Conocer México es una fiesta garantizada: comida, museos, tequila, ruinas mayas y aztecas, outlets, parques de diversiones, centros comerciales enormes, discotecas para todo gusto, festivales de cine, conciertos, etc. Estar en el D.F y pisar el Zócalo te envuelve en un ambiente eufórico: ¡Estás en México! un país cargado de historia y arte. Visitar los alrededores del D.F; Coyoacán, Taxo, Cuernavaca, Xochimilco y las pirámides aztecas son algunos de los must que debes cumplir en tu visita.
Teotihuacan, por ejemplo, te sorprenderá por varias razones:
Su arquitectura
Pirámide del Sol
Este lugar está compuesto por tres espacios; la calzada de los muertos o Miccaohtli constituye el eje norte-sur de la ciudad de Teotihuacan. Actualmente tiene una longitud de dos kilómetros. A lo largo de la calle se encuentran los edificios más importantes destinados a templos, palacios y casas de personajes de altura. Además de las dos grandes pirámides, la Casa del Sacerdote, el palacio de Quetzalpapalotl (Quetzalmariposa), el palacio de los Jaguares, la estructura de las caracolas emplumadas, el templo de Quetzalcóatl, la ciudadela y muchas edificaciones más que en su día fueron de gran belleza. La Pirámide del Sol es el mayor edificio de Teotihuacan y el segundo en toda Mesoamérica, por sus considerables dimensiones la observarás a varios kilómetros de distancia. Tiene una altura de 63 metros, con una planta casi cuadrada de aproximadamente 225 metros por lado. Y la Pirámide de la Luna que es uno de los edificios más antiguos de Teotihuacan. Durante el siglo XIX también se la conoció como Meztli Iztácual, su forma final la adquirió después de siete etapas constructivas. Tiene una planta aproximadamente cuadrada de 45 metros por lado. Es más pequeña que la Pirámide del Sol, pero se encuentra a la misma altura por estar edificada sobre un terreno más elevado. Su altura es de 45 m.
Las pinturas murales
Teotihuacan es una de las ciudades prehispánicas que más pintura mural conservan. La pintura teotihuacana se localiza en el exterior de los edificios en los taludes y los tableros de los basamentos piramidales y en el interior, en los pórticos y en los cuartos y corredores.
Su leyenda
Antes de que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacan y dijeron, ¿Quién alumbrará el mundo? Un dios rico (Tecuzitecatl), dijo yo tomo el cargo de alumbrar el mundo. ¿Quién será el otro?, y como nadie respondía, se lo ordenaron a otro dios que era pobre y buboso (Nanahuatzin). Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pelotas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal. El buboso (que se llamaba Nanauatzin), ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas. A la media noche se terminó la penitencia y comenzaron los oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de lienzo y al dios pobre, una estola de papel. Después encendieron fuego y ordenaron al dios rico que se metiera dentro. Pero tuvo miedo y se echó para atrás. Lo intentó de nuevo y volvió para atrás, así hasta cuatro veces. Entonces le tocó el turno a Nanauatzin que cerró los ojos y se metió en el fuego y ardió. Cuando el rico lo vio, le imitó. A continuación entró un águila, que también se quemó (por eso el águila tiene las plumas hoscas, color moreno muy oscuro o negrestinas, color negruzco); después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro. Los dioses se sentaron entonces a esperar de qué parte saldría Nanauatzin; miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado; no le podían mirar y echaba rayos por todas partes. Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna. Al principio los dos dioses resplandecían por igual, pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera le disminuyó el resplandor. Todos se quedaron quietos sobre la tierra; después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna. Fue el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar y a mover, primero al Sol y más tarde a la Luna. Por eso sale el Sol durante el día y la Luna más tarde, por la noche.
Este paraíso está pocos minutos del D.F, encontrarás miles de tiendas de souvenirs y podrás escalar las pirámides. Lo más aconsejable es llegar a la cima de la Pirámide del Sol a las 12 del día porque el astro se alineará con tu cabeza.